Bolsas que colorean el paisaje

La señora Mónica Flores es la dueña de esta empresa que se dedica a la confección de bolsas y que está ubicada en el Polígono Matta – Madrid.

La historia de este emprendimiento data de 20 años atrás, tiempo en el que la señora Mónica trabajaba en una fábrica de bolsas de malla, maletas y bolsas para colaciones en cuero, lugar en el que aprendió todo lo que hoy sabe.

El dueño, por razones de salud, tuvo que abandonar la administración del negocio y la delegó en su hijo. Este joven, con los años, decidió cerrar el negocio pues no rindió los mismos frutos que en la época en que su padre lideraba la empresa. El cierre de esta fábrica obligó el despedido de muchas personas y entre ellas la señora Mónica. Ella llevaba muchos años trabajando en esa empresa, conocía bastante el negocio y tenía contacto directo con los clientes, así que el jefe de ese entonces le ofreció quedarse con todas las máquinas y material de la fábrica, en reemplazo del dinero que debía recibir por concepto de finiquito. Y así lo hicieron en una notaría donde se regularizó el acuerdo. Finalmente el año 2003 comenzó en forma independiente a dedicarse a la confección de las bolsas de malla y a venderlas a los antiguos clientes de la empresa a la que dedicó tantos años y que, finalmente, le entregó conocimiento, experiencia y el capital para emprender su negocio.

Así, por 12 años, se ocupó en fabricar bolsas de malla para los grandes comerciantes del norte y del sur, que se dedicaban principalmente a la venta de carritos para las compras. Durante ese tiempo la señora Mónica, conocida como Monita, encomendaba la costura de sus bolsas a varias mujeres dueñas de casa, y después, en su taller, aplicaban detalles como los ojetillos y las manillas de las bolsas.

“Nunca dejé a mi gente sin trabajo pues muchas de ellas tenían niños y necesitaban ingresos económicos para comer”, enfatiza la señora Mónica.

 

El cambio

Durante el 2015 la fábrica que confeccionaba la malla terminó su elaboración. La venta de carros provenientes de China, con bolsas de menor calidad y más económicas – porque son pegadas y no cocidas -, empujó el cierre del negocio de la Monita.

De a poco, pasó de tener una enorme bodega con 4 mil o 5 mil bolsas, todas comprometidas, a instalarse en su casa con algunas máquinas y algo de lo que hoy produce sola, las bolsas engomadas y de TNT, material que escogió luego que algunos clientes la visitaban en busca de bolsas de malla – pues algo de material le quedó de ese tiempo -, y que algo le comentaban de esas opciones de material.

Hoy, paso a paso, se está reinventando y buscando alternativas para su venta de bolsas. Ha incorporado variedad de colores, tamaños, detalles y mejoras en el producto, como por ejemplo trabajar las manillas con otro material para asegurar su firmeza.

Con entusiasmo y orgullo la Monita cuenta: “Yo tengo que marcar la diferencia, todas las bolsas de TNT vienen con la misma manilla, ¿por qué no probar con otra? Probamos poniéndole 5 kilos a la bolsa con la nueva manilla y quedó paradita. A la grande le pusimos 10 (5 botellas de bebida de 2 litros cada una) y también resistió”.

Con 45 años de matrimonio, 2 hijos y 5 nietos, la señora Mónica confía en que su negocio prosperará. Junto a don Ramón Lira, su esposo y quien la ha apoyado y ayudado en el negocio, está optimista y con muchas ganas de mostrar sus bolsas.

Cada vez que pueden se arrancan a su casa en el campo, lugar en el que la señora Mónica se inspira y sueña con su negocio.

Conozca sus coloridas bolsas y de paso la calidez y amabilidad de la señora Monita y de don Ramón.

Cuevas #1021, casa 4, comuna de Santiago.

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